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No te mueras en Palermo: entre hallazgos y conjeturas

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Autor mesurado, contenido, Melvyn Aguilar (San José, Costa Rica 1966) a lo largo de su activa carrera literaria como tallerista de escritura, mentor, productor audiovisual, artista gráfico y diseñador de libros. ha publicado selectivamente 4 libros con el que nos ocupa: Territorios Habituales (Arboleda,2006) y Xarxa D´Aranya (Ed. Espiral, 2012), Mayday (Ed.Espiral, 2014), anteceden a No te mueras en Palermo (WG, 2024), libro que comentaremos brevemente

Sobre este librario de Melvyn Aguilar quisiera comenzar por el final señalando que, a mi juicio, No te mueras en Palermo es un libro compuesto por 3 cantos bastante diferenciados entre sí en el aspecto formal que, no obstante, comparten una misma voz, capaz de darles unidad y generar un tono que los va hilvanando conforme vamos leyendo.


En el primero de ellos, titulado Topología del Cielo (Los imaginantes) el canto comprende un solo poema titulado YUWI, cuyo inicio a base de una tirada comedida de versos sugiere erróneamente un tránsito discursivo que inmediatamente cambia en el segundo fragmento, donde el poema se transforma en un discurso narrativo que no es obstáculo para continuar enfatizando en lo poético, dejando claro incluso que la poesía no reside en la forma sino en la manera en que las palabras se asocian entre sí y sugieren un cosmos fundacional, en el cual la voz narrativa retorna a los orígenes, al nacimiento, a ese estado líquido del cual brota la vida y como consecuencia de ella el canto.


Para lograr este efecto sugerente y místico el poeta nos propone un cosmos entre onírico y simbólico donde las cosas no son, sino que sugieren, evocan, distorsionan, añoran. Lejos de ofrecer respuestas sobre el origen de las cosas, de la vida misma, este primer poema nos sumerge en un líquido entre azul y gaseoso donde las formas no son, sino que se están haciendo constantemente y por eso, o bien fluyen o vuelan, se sumergen, desaparecen, se vuelven humo y silencio. Nada es fijo, por el contrario, todo es efímero, inasible, todo fluye de atrás hacia delante y a la inversa, los recuerdos como asideros de lo que enfrentamos, igualmente volubles e inaprensibles, porque “Aún duermen en mi hocico los fantasmas de las primeras lluvias”. Todo es líquido y onírico a la vez, la realidad es un territorio etéreo “un bosque que mansamente se disipa al cobijo de un gigante”.


De esta forma la Topología del cielo nos ofrece un relato alucinadamente posible donde el nacimiento es la forma que tiene la semilla para brotar e iniciar su travesía más allá de los espejos en los cuales no encontramos otra cosa que el reflejo del enigma y el misterio.


Es un texto de un simbolismo prodigioso que sin embargo mantiene su rumbo en cuanto el cosmos que construye, porque se afianza al crecer en torno a la madre, y antes que ella se adhiere a los antepasados, a las pequeñas cosas del núcleo familiar, donde se empoza la sangre fundacional del niño azul y gaseoso que comienza a vivir y a narrar la epifanía que leemos, compartiendo su asombro y su soledad mientras trasciende el líquido amniótico.
Como todo documento que habla de los orígenes en este librario el génesis, el nacimiento, se fija en este primer poema, donde asistimos al nacimiento de un animal etéreo y gaseoso, diáfano y oscuro a la vez, sin explicaciones y justificaciones, siendo solamente energía y palabra, voz y en esa voz el oficio del cantor que recurre al ritmo y la musicalidad para imponer su atención, jugando con la reiteración y la alegoría.


En este primer poema la voz escoge la prosa poética como el formato donde se siente más cómoda para contar su versión de los orígenes, de cómo el nacimiento y la muerte son solamente extremos de un mismo trayecto y donde la muerte se convierte en el detonante de la memoria y el retorno a la infancia. Por eso: “cabecea una mujer en los brazos de ENKIDU y los cedros braman su canción de granizo y espuma… Con ella, muere la casa de los dioses, con su muerte revientan las feroces catedrales de la infancia”. Así, con la muerte regresamos a la infancia, el ciclo se repite de múltiples formas, ambas muerte y nacimiento representan vida.


El segundo canto del libro se titula El Teixedor de Morts, un texto más breve que el anterior, construido esta vez en verso y con ello respetando un formalismo poético que sin embargo no es obstáculo para que la voz continúe con su periplo simbólico y su discurso etéreo, esta vez ocupándose de un tema que es reiterativo en la escritura de Melvyn como es la muerte. Este canto es si se quiere un guiño directo a su segundo libro titulado Xarxa D´Aranya, en el cual la muerte es un motivo de fuerte presencia. Pero entonces resulta que en este poema que nos ocupa ahora la muerte es vida, es nostalgia, es reconstrucción del periplo de vida, por eso “Alejandra” viaja en el tiempo y el espacio gracias al sueño que la recupera y la convierte en “el regreso de los helechos”. Poema cuidadosamente construido donde el componente musical es crítico para la transmisión del clima poético bien logrado. De nuevo, estilísticamente el poeta se apoya en la reiteración y la aliteración como valores rítmicos que generan un compás y un estado de ánimo. Y el poema inicia un tránsito que nos conduce hacia el siguiente canto y final, el cual da título al libro en su conjunto.


De esta forma, No te mueras en Palermo, último canto de este librario de Melvyn Aguilar es una petitoria imposible de cumplir, porque precisamente el poema nos conduce a través del dolor profundo que provoca la muerte de los seres amados, recordándonos aquello de que no nos duele nuestra propia muerte, como sí nos duele la muerte de nuestros seres queridos, pues es en ellos donde vivimos el dolor de lo finito y terminal, de la separación, de la interrupción del tránsito, la muerte vista como ese quedarnos únicamente con la insuficiencia del recuerdo.
Un poema de cierre poseedor de una fuerza muy intensa, donde dos tipos de dolor coexisten, el dolor por el que se marcha y el dolor que se entroniza en la vida de quien se queda solo, acompañado únicamente por el eco de la voz del ausente, cuya última vez se dejó escuchar por teléfono, así de distante y ya remota desde entonces, como si la desaparición física solamente confirmara un tránsito de “zafiros sobre la loza circular de nuestra hambre”. Y nosotros nos quedamos “quietos -INMÓVILES- como una luna llena -PROFUNDOS- COMO UN GOLPE DE MAREA – ESTÁTICOS- como un faro extinto”.


En sus tres cantos No te mueras en Palermo es un periplo vital que arranca o regresa al nacimiento, según sea vea, en el primer canto, continúa luego con un tránsito por la vida, presente en la travesía onírica que es el segundo canto o poema del libro donde Alejandra -personaje invocado en el discurso del poeta- ese ese tránsito hacia afuera, donde se contempla y se vive la vida desde el otro lado de la vida, para concluir con el tercer canto donde la muerte es protagónica, convertida en una súplica desatendida y por lo tanto desbordada en el llanto, o eso “me dijeron los pájaros mientras picoteaban la carne lesionada”.


Hermoso libro, misterioso, un cosmos aparte, construido a partir de los recuerdos, de la frescura nítida e inexplicable que poseen las cosas durante la infancia, la muerte como una manera de regresar al nacimiento, el nacimiento como un reencuentro con el olvido que es la muerte resurrecta gracias a la voz que le presta el poema. Un deleite leerlo y recrearme en su discurso. Un honor poder comentar en voz alta mis hallazgos y conjeturas. Invitados a leerlo. Dejo acá tres poemas, uno de cada sección del libro, quizás ello los persuada aún más que mis comentarios:

De: Topología del cielo (Los imaginantes)
*


Silban plumíferos caballos sobre la macabra simetría de las
metrópolis -ES ICILIO MURIENDO-, ascendiendo entre
los cósmicos memorándums del principio. NABUCCO
aprieta el cuello de un jilguero, el quebradizo canto del pájaro
reposa sobre un tálamo de radas. Cabecea una mujer en los
brazos de ENKIDU y los cedros braman su canción de granizo
y espuma -el sol se apaga-, el cielo es atravesado por un
llanto de gajos. El aire huele a sangre y almendra. Ella, es
un bosque que mansamente se disipa al cobijo de un
gigante. Con ella muere la casa de los dioses, con su muerte
revientan las feroces catedrales de la infancia.

De: El Teixidor de morts
*
Cada vez que me fastidio
muero
(van 50 van 57)
¿y qué?
besos de menos
besos de más
la deconstrucción del asfalto
el llanto de la clepsidra

De: No te mueras en Palermo

*

Pero tú Andreia, te vas. Asciendes alada.
Decides -IRTE, IRTE, IRTE- entre las danzas
De Cázalas y Saint Saëns. Dejas este mundo:
Sus gallos y violines, el sepulcro y sus imanes, los
mecanismos seculares de la ruleta y sus pájaros,
los émbolos de la noche y el ojo trasegador de los
aeroplanos con sus guiños. Y yo, Andreia -ME
QUEDO, ME QUEDO, ME QUEDO- sin
mapas y señales para tu viaje. -ME QUEDO, ME
QUEDO, ME QUEDO- intentando la ganzúa
De yodo y el pasadizo por donde los hombres
Rana de cardona descienden a las raíces del
Abismo. -ME QUEDO, ME QUEDO, ME
QUEDO- a lunas de distancia, colgado tras el
trino auricular de tu última llamada.

2 thoughts on “No te mueras en Palermo: entre hallazgos y conjeturas”

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